El 22 de julio de cada año, la Federación Mundial de Neurología conmemora el Día Mundial del Cerebro, promoviendo la necesidad de crear conciencia respecto de sus cuidados, potenciales riesgos y enfermedades, reduciendo de esta manera, la prevalencia de determinados trastornos neurológicos.
Ignacio Catalán, académico de la Escuela de Terapia Ocupacional de Universidad de Las Américas, señala que “dentro de las particularidades del cerebro, radican sus innumerables conexiones neuronales, las cuales se acoplan, interrelacionan y modifican para permitir todo tipo de funcionamiento. Nuestra forma de ser, actuar, interactuar, aprender y relacionarnos, depende exclusivamente de este importante órgano”.
El profesional añade que “muchas veces los ritmos de vida acelerados, el estrés y llevar hábitos poco saludables, aumentan el surgimiento de daños cerebrales tales como migrañas, accidentes cerebrovasculares, demencias, carcinomas y trastornos de salud mental, los cuales se presentan de manera silenciosa, siendo muchas veces indetectables en etapas tempranas”.
¿Cómo entrenar, cuidar y alimentar nuestro cerebro?
Con el pasar de los años las expectativas de vida han ido en aumento, por lo cual se hace trascendental la búsqueda de formas de llegar a una vejez más activa y con mayor autonomía e independencia. Bajo este contexto, hay una serie de acciones preventivas que se pueden realizar para mantener un correcto funcionamiento del cerebro.
En esta línea, el experto de Universidad de Las Américas explica que “es fundamental llevar una alimentación variada y caracterizada por el consumo de frutas y verduras, así como la ingesta de abundante agua. La actividad cognitiva, a través de la lectura, memorices, rompecabezas, juegos de mesa, sopas de letras, crucigramas y uso de consolas de videojuegos, también son actividades importantes de reforzar”.
Asimismo, es esencial realizar actividad física, caminar al menos 30 minutos diarios y practicar en lo posible algún deporte. “También se deben controlar factores de riesgo cardiovascular, como diabetes e hipertensión, además intentar manejar los episodios de estrés y ansiedad a través del apoyo de profesionales”, comenta Catalán.
Otro aspecto a destacar es la relevancia de mantener y potenciar la interacción social, estrechando vínculos con la familia, amigos y el entorno laboral, así como participar en actividades de esparcimiento para un desarrollo integral saludable.
“Si logramos implementar estas acciones, podremos tener un cerebro más preparado para eventuales riesgos, teniendo siempre presente que es la pieza fundamental de nuestro día a día, por lo cual, debemos entrenarlo y cuidarlo”, finaliza el académico de UDLA.
Equipo Prensa
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