Evelyn Sánchez, Académica Escuela de Nutrición y Dietética, Universidad de Las Américas
Cada 16 de octubre la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) conmemora el Día Mundial de la Alimentación y establece un lema en torno al cual plantea las inquietudes y desafíos para el año. Este 2024 tiene como consigna el “Derecho a los alimentos para una vida y un futuro mejores”, fundamentado en el contexto mundial actual donde la seguridad alimentaria y el acceso a una alimentación adecuada son temas cruciales tanto para la salud de la población como el bienestar del planeta.
Según cifras de la FAO, a nivel global, alrededor de 690 millones de personas sufren de hambre, y se estima que, debido a la pandemia de Covid-19, este número habría aumentado drásticamente. Se ha establecido que más de 2.000 millones de adultos tienen sobrepeso o son obesos, lo que se traduce en una paradoja de la malnutrición en un mundo, donde la producción de alimentos es más que suficiente, pero el acceso a ellos es desigual.
En efecto, un dato alarmante proporcionado por la FAO estima que 931 millones de toneladas de alimentos se pierden o desperdician cada año a lo largo de la cadena de suministro, una cantidad que podría nutrir a millones de personas que pasan hambre.
A nivel local, un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), señala que 43,2 millones de personas sufren hambre en América Latina y el Caribe, y que, a su vez, la región registra niveles de sobrepeso y obesidad mayores a la estimación mundial.
En Chile, el acceso a una alimentación adecuada está marcado por desafíos significativos. Según el Ministerio de Salud, alrededor del 65% de la población presenta malnutrición por exceso, sin embargo, estudios han señalado que el 40% de los hogares reconoce haber vivido situaciones de inseguridad alimentaria al menos una vez en el último año.
El derecho a la alimentación es un principio fundamental que debe ser garantizado para todas las personas, por lo que es crucial que se trabaje para mejorar el acceso a alimentos saludables y promover prácticas agrícolas sostenibles que respeten y protejan el medio ambiente. Gracias a lo anterior podemos no solo combatir la malnutrición, sino que también contribuir a la mitigación del cambio climático.
Como nutricionistas, tenemos la responsabilidad de educar y promover hábitos alimentarios que destaquen la importancia de la diversidad y la sostenibilidad. En esta línea, debemos fomentar el consumo de alimentos de temporada, lo que no solo apoya a los productores locales, sino que también reduce la huella de carbono asociada a la conservación y transporte de insumos.
Asimismo, debemos velar por reducir el desperdicio de alimentos, implementando estrategias para aprovechar al máximo cada producto y educar al consumidor sobre la conservación y el aprovechamiento de los desperdicios.
También es nuestra tarea el incentivar incorporar alimentos de origen vegetal en la dieta, promoviendo el consumo basado en plantas como una posible y efectiva solución para disminuir los problemas de salud asociados con el consumo excesivo de los llamados ultra procesados.
Este día es una oportunidad para reflexionar sobre el estado de nuestra alimentación y el acceso a la misma, y alzar la voz por el “Derecho a los Alimentos para una Vida y un Futuro Mejores”, a través del llamado a todos los sectores de la sociedad a actuar y garantizar que cada individuo tenga acceso a una alimentación segura, saludable y sostenible.
Equipo Prensa
Portal Educa