Hoy por hoy, la democracia no solo se juega en las urnas, sino también en la forma en que interpretamos y discutimos los datos que circulan en la sociedad. En un escenario donde cifras y gráficos marcan la agenda pública, la alfabetización estadística se vuelve fundamental para tomar decisiones informadas y participar activamente en la vida democrática. No se trata solo de comprender números, sino de analizarlos críticamente, reconociendo que siempre responden a supuestos y que muchas veces pueden estar atravesados por intereses o sesgos. En este sentido, contar con herramientas necesarias para distinguir entre información rigurosa y mensajes interesados, es clave para una ciudadanía empoderada.
La alfabetización estadística va mucho más allá de manejar fórmulas o cálculos. Implica relacionarse con los datos de manera significativa, entendiendo que decisiones metodológicas como la definición de pobreza, desigualdad o participación política, visibilizan ciertos problemas y, al mismo tiempo, dejan otros fuera del debate. El desafío no está solo en enseñar a calcular estadígrafos, sino en fomentar una actitud crítica frente a los números que consumimos a diario. Este enfoque convierte la alfabetización estadística en un verdadero instrumento de empoderamiento ciudadano y en un pilar para la democracia.
Sin embargo, pese a su creciente relevancia, aún carece de una definición clara y compartida. Esta dispersión ha dificultado diseñar estrategias educativas coherentes y sostenidas en el tiempo. De ahí la importancia de avanzar hacia un enfoque integral, que combine el aprendizaje conceptual con la reflexión sobre los contextos sociales y políticos en los que se producen y difunden los datos. Preparar a la ciudadanía para interpretar cifras y cuestionar narrativas estadísticas, contribuye directamente a fortalecer la deliberación democrática.
Es necesario reconocer que la estadística no surge de una realidad neutra. Está atravesada por visiones y estructuras sociales que, muchas veces, terminan reproduciendo desigualdades. Por eso, la alfabetización crítica no se limita a leer porcentajes o gráficos, sino a entender los marcos culturales y políticos que sostienen la información. Asumir que los números pueden ser usados tanto para describir como para manipular realidades, es esencial para resguardar la calidad de la democracia y evitar que la ciudadanía sea un receptor pasivo de discursos revestidos de objetividad.
La alfabetización estadística no es solo una competencia técnica: es una parte fundamental de la vida democrática. Formar a las y los ciudadanos en esta área significa entregarles herramientas para cuestionar, analizar y reformular las narrativas que influyen en sus decisiones y comunidades.
En una sociedad cada vez más guiada por datos, fortalecer este instrumento, la alfabetización estadística, también es fortalecer la democracia misma. La gran interrogante es cómo asegurar que las próximas generaciones cuenten con las habilidades necesarias para desenvolverse y prosperar en un entorno donde los números son parte central del debate público.