Por Igal Weitzman, CEO WISE Innovation Studios

Vivimos en tiempos donde la inteligencia artificial escribe guiones, diseña campañas y anticipa comportamientos. En este escenario hiperautomatizado, muchos se preguntan si todavía hacen falta humanos en el marketing. La respuesta es clara: sí, más que nunca.

La IA es una aliada formidable. Nos permite crear contenido a escala, optimizar cada pieza con una precisión quirúrgica y alcanzar al público adecuado en el instante perfecto. Pero hay una frontera que la tecnología aún no cruza -y quizás nunca lo haga-: la de conmover.

Porque al final del día, si bien se venden productos y servicios, lo que realmente se ofrece son emociones, historias que se sienten, experiencias que resuenan. Y esa conexión genuina, ese “me hablaron a mí”, no se logra solo con datos. Según el artículo “12 Emotional Marketing Statistics & Trends for 2024”, los anuncios que apelan a la emoción generan un 23% más de ventas. Más aún: los consumidores que se sienten emocionalmente vinculados a una marca tienen el doble de probabilidades de recomendarla.

El desafío actual no es sustituir la creatividad humana con algoritmos, sino alcanzar una convivencia virtuosa. La IA puede decirnos a quién hablarle, pero el “cómo hablarle” sigue siendo terreno emocional, humano, artesanal. Es en el tono, en la pausa y en ese giro inesperado donde nace la conexión real.

Y no es una intuición, pues el público lo percibe. De acuerdo con Business Insider, gran parte de los consumidores desconfía de los contenidos generados 100% por IA. No buscan perfección algorítmica; anhelan autenticidad, mensajes con alma, con fallas humanas que los hagan reales.

En este camino, la inteligencia artificial también ha demostrado su capacidad para emocionar. Un ejemplo destacado es la campaña de Virgin Voyages, que lanzó “Jen AI” en colaboración con la artista de fama mundial, Jennifer López. Esta herramienta permitía a los usuarios crear invitaciones personalizadas para cruceros, combinando la influencia de la celebridad con la interactividad de la IA. La campaña no solo generó una gran participación, sino que también estableció una conexión emocional al integrar la figura de López en una experiencia única para los usuarios.

Así, el marketing del futuro no se trata de reemplazar la sensibilidad con eficiencia, sino de
integrar innovación, creatividad y tecnología en el nuevo meta marketing que lideramos globalmente en WISE y que es el nuevo lenguaje de conexión. Las marcas que logran inquietar, que tocan fibras con propósito, construyen vínculos duraderos, memorables. No basta con saber a quién llegar. Hay que saber cómo hacerlo sentir. Al mismo tiempo es clave educar sobre el uso de estas nuevas tecnologías, que serán las que estarán en la pole position para cada campaña.

En definitiva, la tecnología seguirá creciendo. Pero serán las emociones las que seguirán moviendo el mundo.

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Equipo Prensa
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