Las vacaciones conllevan a un cambio en la rutina de los infantes. La falta de estructura escolar y el exceso de tiempo libre pueden generar aburrimiento, aumentando la demanda de entretenimiento y, en muchos casos, el uso excesivo de tecnología. En este contexto, Natalia Cancino, académica de la Escuela de Terapia Ocupacional de Universidad de Las Américas, comparte algunas estrategias claves para organizar de manera equilibrada y enriquecedora este periodo, promoviendo el desarrollo infantil a través del juego, la creatividad y el movimiento.

Organización de la rutina: pilar fundamental

Los niños necesitan estructura para sentirse seguros, aunque el verano es un tiempo de descanso, establecer una rutina flexible, pero clara, les permitirá organizar sus actividades y regular su energía. Para lograr lo anterior, se recomienda lo siguiente:

Crear un plan visual con horarios aproximados para distintas actividades, como juego, lectura, tiempo al aire libre, uso de tecnología y momentos de calma.

Involucrar a los niños en la planificación, permitiéndoles elegir actividades dentro de ciertos límites.

Usar herramientas visuales como dibujos, esquemas o una pizarra para anticipar lo que viene en el día.

Actividades centradas en la creatividad

“La creatividad no es solo cuestión de talento, sino de exploración y experimentación, por lo que fomentar actividades de este tipo, permite a los niños desarrollar su imaginación, autonomía y habilidades motoras”, explica la experta de UDLA, quien señala que algunas ideas incluyen:

Arte y manualidades: dibujar, pintar, modelar con plastilina o construir con materiales reciclados.

Juego simbólico: crear historias, teatros con títeres o construir mundos imaginarios con juguetes.

Exploración sensorial: jugar con agua, dibujar con tiza, hacer texturas con harina o esconder objetos en una caja con arroz.

 

Tiempo de pantallas con acuerdo familiar

El uso de tecnología siempre es riesgoso para el desarrollo cerebral, afectando la atención y regulación emocional de los niños, por eso es importante gestionarla con equilibro. En esta línea Natalia Cancino recomienda:

Definir tiempos y horarios claros para el uso de dispositivos electrónicos, de no más de 1 hora continua, a sugerencia 30 minutos como máximo.

Incluir pausas activas entre el uso de pantallas, alternando con juego físico o actividades creativas.

Ofrecer alternativas atractivas, como libros, juegos de mesa o desafíos de construcción.

Usar la tecnología de manera educativa, eligiendo contenidos adecuados y promoviendo experiencias interactivas en lugar de solo consumo pasivo.

Otro punto a considerar es que el desarrollo sensorial es clave en la infancia, ya que permite a los niños fortalecer su motricidad y aprender sobre su entorno a través de la exploración. Por lo mismo, se recomienda realizar circuitos motores (rodar, caminar sobre cojines, arrastrarse y saltar para desarrollar habilidades motoras gruesas), sumar juegos táctiles (uso de masas sensoriales, bandejas de arena o experimentos con texturas para potenciar la motricidad fina) y tener un tiempo de calma para la lectura.

“El verano puede ser un tiempo de aprendizaje, exploración y creatividad si se organiza con equilibrio. Estructurar la rutina, fomentar la creatividad, regular el uso de pantallas y aprovechar materiales sensoriales en casa, contribuirá al bienestar y desarrollo integral de nuestros niños”, concluye la académica de Universidad de Las Américas.

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