Felicidad y aprendizaje:
Por: Paulina Bobadilla, Directora de Casa de los Niños del Colegio Epullay, con 30 años de trayectoria, y uno de los más prestigiosos en el aprendizaje basado en la filosofía Montessori.
A raíz de mi experiencia en la educación Montessori, he visto el profundo impacto que tiene este enfoque educativo en la vida de los niños. Cuando los padres se acercan por primera vez a nuestra comunidad, muchas veces preguntan: «¿En qué se diferencia Montessori de otros métodos?» Mi respuesta es siempre la misma: Montessori no sólo educa, sino que prepara a los niños para vivir con autonomía, confianza y una curiosidad insaciable por aprender.
El mundo en el que crecerán nuestros hijos está en constante cambio y, las habilidades tradicionales ya no son suficientes. Por esto, hoy más que nunca, necesitamos formar personas resilientes, creativas y capaces de adaptarse. Y aquí es donde Montessori marca la diferencia. En nuestras aulas, los niños aprenden a su propio ritmo, explorando sus intereses y desarrollando un sentido de responsabilidad sobre su aprendizaje. Esto no sólo fortalece su autoestima, sino que también los ayuda a convertirse en adultos seguros de sí mismos y capaces de tomar decisiones.
Uno de los pilares de Montessori es la autonomía. Desde pequeños, los estudiantes eligen sus actividades, organizan su espacio y resuelven problemas por sí mismos. En lugar de depender de un adulto para recibir instrucciones, desarrollan la capacidad de tomar iniciativas y enfrentarse a desafíos con confianza. Esta independencia temprana les permite desenvolverse mejor en la vida adulta, donde la autogestión y la resolución de problemas son claves para el éxito personal y profesional.
Otro aspecto esencial es el desarrollo de la inteligencia emocional y la capacidad de relacionarse con otros. En un ambiente Montessori, los niños trabajan en comunidad, respetando los ritmos y necesidades de los demás. Aprenden a comunicarse de manera asertiva, a resolver conflictos con empatía y a colaborar en proyectos conjuntos.
También está el amor por el aprendizaje. En Montessori, no enseñamos por memorización, sino por experiencia. Los niños descubren las matemáticas manipulando materiales concretos, exploran la ciencia a través de la observación y el experimento, y se sumergen en la lectura y la escritura con entusiasmo genuino. Cuando un estudiante aprende con interés y motivación propia, el conocimiento no se olvida; se convierte en parte de su ser.
Como educadora, puedo decir con certeza que el Método Montessori es una inversión en el futuro de nuestros niños. Les entrega herramientas sólidas para enfrentar la vida con seguridad, creatividad y empatía. Y, sobre todo, les permite crecer con el placer de aprender, de descubrir y de contribuir a un mundo mejor.
En el Colegio Epullay, llevamos décadas siendo testigos del impacto positivo de este método en la vida de nuestros alumnos. Y es un privilegio verlos crecer, no solo académicamente, sino también como personas íntegras, felices y preparadas para los desafíos que el futuro les depare.
Para más información:www.epullay.cl