Es inevitable observar el comportamiento de las personas según el contexto donde se desenvuelven. Si lo vemos desde un punto de vista empresarial, cada ciudad es un sistema productivo con actividades y funciones propias de una industria, con sus diferentes unidades o áreas.
El amplio abanico de personas y sectores desplegados en esta “industria”, presenta diversas interconexiones que producen bienes o servicios que participan en el logro de un desarrollo económico personal, familiar, local y, en consecuencia, nacional.
Entendiendo su complejidad y diversidad, la ciudad se transforma en un espacio de imaginación aplicada e innovación que abre infinidad de posibilidades para un desarrollo sostenible, donde las personas pueden reunirse, colaborar y generar nuevas ideas y soluciones creativas a diversos problemas y desafíos. Estos espacios, fomentan la interacción entre individuos de diferentes disciplinas y antecedentes, lo que puede dar lugar a una combinación de ideas y enfoques únicos.
Generalmente, una ciudad cuenta con centros de innovación, laboratorios de diseño y prototipado, hubs tecnológicas, incubadoras, aceleradoras, espacios de coworking, universidades, institutos profesionales y centros de investigación, espacios creativos, etc. Pero ¿sabemos realmente cuáles son las capacidades instaladas en ellos y cómo aportan al desarrollo de las personas y a la economía local? ¿existe un diagnóstico que permita vincular los esfuerzos y las capacidades de cada nodo según especialidad o quehacer?
Lograr la colaboración interdisciplinaria al desarrollar soluciones novedosas a problemas complejos requiere conectar las capacidades de una persona, empresa, institución u organización según sus experiencias, conocimientos, habilidades y convicciones, para lo cual se debe avanzar hacia contextos ciudadanos que motiven y fomenten una cultura de innovación e inclusión con ecosistemas amables, sostenibles y resilientes que permitan entregar un propósito y herramientas de vida a quienes habitan las ciudades, amplificando y validando las capacidades de cada individuo.
En este contexto, la formación técnico profesional, que alcanzó el 56,7% de la matrícula de 1er año de pregrado 2023 en instituciones de educación superior, es uno de esos nodos que amplifica y valida, pero que, además, tiene la obligación de aportar significativamente a los cambios de paradigmas y la integración de jóvenes con distintas procedencias, costumbres y sentires.
Por eso, es preciso vivir la ciudad. Observarla y re imaginarla para que la innovación florezca amparando, formando y trasformado a las personas para que mejoren sus contextos y realidades, construyendo un presente más empático que permita garantizar un futuro sostenible, con equilibrio entre tecnología, medio ambiente y humanidad.
En definitiva, la ciudad como centro de conexión y crecimiento es un elemento que destaca el papel vital que desempeñan las áreas urbanas en la promoción de la innovación, la colaboración y la creación de redes. Las ciudades que forman y transforman, se conocen e integran, ofrecen un entorno propicio para intercambiar ideas y generar soluciones a los desafíos del mundo contemporáneo.
Danilo Hernández Ulloa
Director Escuela Tecnológica Industrial
Instituto Profesional Virginio Gómez
Equipo Prensa
Portal Educa