Cada día, miles de chilenos entregan su información personal con un clic: al pagar una cuenta, descargar una app o subir una foto. Detrás de esa rutina digital existe una vulnerabilidad silenciosa: no solo tecnológica, sino humana. La seguridad digital de un país depende de las personas que la protegen.

La definición de los primeros diez perfiles laborales en ciberseguridad, impulsados por la Agencia Nacional de Ciberseguridad y ChileValora, representa un avance relevante. Es la primera hoja de ruta que reconoce formalmente a estos profesionales y orienta la formación de nuevas generaciones en un ámbito donde Chile mantiene una deuda urgente. El déficit de especialistas en esta área se estima en cerca de 28 mil profesionales, una cifra que revela la magnitud del desafío y la necesidad de actuar con decisión.

La creación de perfiles laborales es un punto de partida, pero el paso siguiente debe ser una articulación real entre Estado, empresas y academia, que permita construir trayectorias laborales claras, fomentar la actualización permanente y asegurar que la formación técnica vaya de la mano con la ética y la responsabilidad social.

La ciberseguridad también es una cuestión de cultura y confianza. No se trata solo de proteger datos, sino de fortalecer la fe pública en nuestras instituciones, empresas y servicios digitales. Chile tiene la oportunidad de transformar esta vulnerabilidad en una fortaleza si acelera la inversión en capacitación continua, impulsa la reconversión laboral y acerca la educación tecnológica a las aulas escolares.

La mayor amenaza no está en nuestros servidores, sino en la falta de especialistas. Y la mejor defensa que podemos construir es el conocimiento: personas preparadas, éticas y comprometidas con proteger lo más valioso de esta era —nuestra confianza digital.

 

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Equipo Prensa
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