La reciente promulgación de la Ley Más Mujeres en Directorios ha marcado un hito en las políticas públicas orientadas a abrir espacios y fortalecer la participación femenina en espacios de decisión. La norma propone que ningún género supere el 60% de representación en los directorios de las empresas de sociedades anónimas abiertas y especiales, bajo un modelo gradual hasta el 2033, lo que constituye una señal clara hacia la equidad en la gobernanza corporativa.
En Chile, la participación de mujeres en directorios ha sido históricamente baja, y esta ley puede y debe ser un punto de inflexión para revertir esa tendencia. Según el Sexto Reporte de Indicadores de Género en las Empresas en Chile 2024, de 500 empresas analizadas, solo el 39,6% de su dotación total son mujeres, mientras que la participación femenina en las gerencias de primera línea solo es del 25,6%, y de 22,1% en los directorios.
El desafío, por lo tanto, no se agota en el cumplimiento de un número o porcentaje. También resulta fundamental promover políticas que impulsen el desarrollo de liderazgo femenino desde las etapas iniciales de la vida laboral, con programas de mentoría, capacitación y redes de apoyo de manera transversal que sume a todas las áreas de desempeño. Además, es necesario trabajar en la cultura organizacional para que la diversidad se entienda como un valor estratégico y no únicamente como una exigencia legal.
Esta ley abre una oportunidad para que el país avance hacia una economía más inclusiva, una señal clara de que el talento y la perspectiva femenina son fundamentales para construir un país más justo y competitivo.
Sin embargo, su impacto, dependerá de la capacidad de las organizaciones, empresas y de la sociedad en general para asumir que la participación equitativa y el desarrollo real para las mujeres no es solo una meta numérica o una cuota, sino un cambio estructural que requiere compromiso sostenido para cambiar la inercia.