La evidencia es clara: la participación parental es determinante en el bienestar estudiantil. En Chile, la Ley General de Educación reconoce a padres y madres no solo como responsables del cuidado de los hijos, sino también como actores con deberes y derechos en la comunidad escolar. 

 

Sin embargo, la práctica muestra que ese rol aún se ejerce de manera desigual y muchas veces con desconocimiento de su verdadero alcance.

 

Según un estudio publicado por la Universidad de Chile en 2025, el involucramiento de los padres tiene un efecto directo en la salud emocional y el rendimiento académico de los estudiantes, operando tanto de forma inmediata como mediada por la “satisfacción con la vida” del alumno. 

 

Los protocolos escolares establecen que las familias deben ser parte activa en la derivación y acompañamiento de casos que involucren malestar psicológico o situaciones de riesgo. Pero cuando dichos protocolos no se cumplen o no se implementan de manera efectiva, los apoderados no solo pueden, sino que deben exigir el debido proceso. La normativa chilena ampara esa responsabilidad, que busca garantizar que los colegios no actúen de manera reactiva, sino preventiva.

 

La urgencia de este tema se refleja en las cifras. De acuerdo con el Ministerio de Salud, un 16,5% de los adolescentes entre 12 y 18 años padece algún trastorno mental, desde ansiedad hasta depresión. A la vez, más del 60% de los estudiantes de enseñanza media en Santiago reporta síntomas de estrés o depresión, según datos de la Defensoría de la Niñez. 

 

En esa línea, el rol de las familias se vuelve fundamental. La participación activa de madres, padres y apoderados no solo está consagrada en la ley, sino que puede incidir directamente en el tipo de atención que reciben sus hijos. Al involucrarse, exigir protocolos claros y velar por el cumplimiento de los planes de apoyo escolar, los apoderados se convierten en agentes de cambio dentro de la comunidad educativa.

 

“Los padres tienen un poder transformador dentro de la comunidad educativa”, señala Patricio Oleate, asesor educativo de Edumokia, plataforma dedicada a la gestión de la convivencia escolar. 

 

“Pueden y deben exigir espacios de contención emocional, mejores protocolos de convivencia y programas que promuevan activamente la salud mental. La prevención comienza en casa, pero se consolida cuando familia y escuela trabajan juntas”.

 

En este sentido, la reflexión es ¿qué tan involucrados están hoy los padres y madres en el cuidado de la salud mental de sus hijos? La respuesta a esta pregunta marcará no solo el futuro académico de los estudiantes, sino también la capacidad del país para enfrentar una crisis que cada año cobra la vida de decenas de niños, niñas y adolescentes en Chile.

 

Fuentes y datos citados

 

16,5 % de los adolescentes entre 12 y 18 años presenta algún trastorno mental

Según el último estudio nacional de prevalencia en Chile, esto incluye trastornos disruptivos (8 %), ansiosos (7,4%) y afectivos (7%)

 

DIPRECE

 

Un 52,9 % de los estudiantes de enseñanza media en el norte de Santiago presenta síntomas de mala salud mental (35,2 % depresión, 25,9 % ansiedad, 28,2 % consumo problemático de sustancias)

 

Defensoría de la Niñez

 

La Ley General de Educación reconoce derechos y deberes para los apoderados, incluyendo contribuir al desarrollo integral y exigir respuestas institucionales sobre bienestar estudiantil

 

observatorio.defensorianinez.cl

 (contexto general de diagnóstico sobre derechos de la niñez y adolescencia)

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