La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) indicó en su informe de 2022 que apenas un 14 % de los estudiantes latinoamericanos alcanza un nivel avanzado en competencias globales. Ese dato inquieta a padres y educadores por igual. ¿Cómo preparar a los niños para un mundo donde la movilidad, la diversidad cultural y las habilidades internacionales son la regla? La respuesta no se limita a dominar idiomas, sino a cultivar mentalidades abiertas desde la escuela.

La exposición temprana a contextos internacionales multiplica oportunidades

Un estudiante aprende mejor cuando conecta el conocimiento con experiencias reales. Programas bilingües, intercambios virtuales y talleres con invitados extranjeros son recursos que muchas escuelas chilenas ya exploran. Según un estudio de Education First de 2021, los jóvenes que participaron en actividades internacionales mostraron un 20 % más de interés en continuar sus estudios superiores en instituciones extranjeras. La evidencia confirma que la curiosidad cultural y la motivación académica se refuerzan mutuamente.

Los padres también buscan fórmulas que trasciendan el aula. Algunas familias consideran enriquecedor, incluso, que sus hijos vivan la experiencia de estudiar en Canadá durante un año académico, como forma de ampliar horizontes y fortalecer competencias interculturales. No se trata solo de perfeccionar un idioma, sino de comprender dinámicas sociales diferentes que luego ayudan a desenvolverse en cualquier escenario. Ese tipo de decisiones marcan trayectorias personales y profesionales.

El dominio de idiomas sigue siendo la herramienta esencial

El idioma abre puertas que de otro modo permanecerían cerradas. No basta con aprender vocabulario básico, la competencia comunicativa implica también manejar matices culturales. La Universidad de Cambridge señaló en 2020 que los estudiantes con alto nivel de inglés logran hasta un 25 % más de posibilidades de ser aceptados en programas internacionales de intercambio. El idioma, por lo tanto, no es un lujo, sino un requisito en el siglo XXI.

Los colegios pueden implementar estrategias innovadoras más allá de las clases tradicionales. Teatro en inglés, intercambios de correspondencia digital o proyectos de investigación bilingües convierten el aprendizaje en una experiencia viva. Estas prácticas ayudan a que los niños asocien el idioma con situaciones reales y no con ejercicios repetitivos. El lenguaje deja de ser una asignatura y se convierte en una herramienta de conexión.

La educación emocional como base para la apertura cultural

Formar estudiantes globales: Cómo preparar a tu hijo para un mundo sin fronteras desde la escuela | estudiar en canada

El contacto con otras culturas exige más que conocimientos académicos. Se requiere empatía, resiliencia y capacidad de manejar la frustración. Investigadores de la Universidad de Harvard publicaron en 2019 que los programas escolares que combinaban educación emocional con proyectos de diversidad cultural mejoraban en un 18 % la convivencia en el aula. Este hallazgo refuerza la idea de que la formación global es también una formación humana.

Un niño que aprende a reconocer sus emociones y a respetar las de otros estará mejor preparado para interactuar en un mundo diverso. El aula se convierte en laboratorio social donde se practican valores de tolerancia, solidaridad y cooperación. Al incorporar estos elementos al currículum, la escuela forma ciudadanos capaces de adaptarse y prosperar en escenarios multiculturales.

 

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