Dr. Lorenzo Reyes Bozo Decano Facultad de Ingeniería y Negocios Universidad de Las Américas

A nivel global, el transporte por carretera es responsable del 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), siendo una de las principales fuentes de contaminación junto con la generación de energía, la industria y la agricultura. En este contexto, la electromovilidad surge como una estrategia clave para enfrentar el cambio climático. Según la Agencia Internacional de Energía, al cierre de 2024 existían 61 millones de vehículos eléctricos en circulación, y se proyecta que en 2030 las ventas anuales alcancen los 44 millones.

En Chile, el transporte consume el 35% de la energía total del país, basado casi exclusivamente en combustibles fósiles importados. El transporte de carga por carretera representa un 22,6% de las emisiones de GEI, lo que convierte a este sector en una fuente crítica de contaminación, especialmente en un país altamente vulnerable al cambio climático.

Aunque Chile ha dado pasos importantes, posicionándose como líder en Latinoamérica en transporte pesado eléctrico, la transición enfrenta múltiples desafíos. Entre ellos, destacan el alto costo de estos camiones, su limitada autonomía para trayectos extensos y la falta de infraestructura de carga, que se concentra en su mayoría en la Región Metropolitana. Además, la gestión de residuos de baterías aún no cuenta con una estrategia clara, lo que pone en riesgo la sustentabilidad del modelo.

Para que este cambio tecnológico sea una solución real, se requiere una visión estratégica de largo plazo, políticas públicas sólidas, inversión en infraestructura y la articulación de un ecosistema que reúna al Estado, la empresa privada y la academia. Iniciativas como el Acuerdo por la Electromovilidad son un ejemplo de cómo avanzar colaborativamente hacia un transporte más limpio, eficiente y resiliente frente a la crisis climática.

Para acelerar esta transición, también es esencial fomentar la innovación tecnológica y fortalecer la formación de capital humano especializado en transporte sostenible y logística avanzada. Esto no solo permitirá abordar los desafíos técnicos actuales —como la mejora en la densidad energética de las baterías y la optimización de la infraestructura de carga—, sino que también abrirá nuevas oportunidades de desarrollo económico. Más que un cambio tecnológico, la electromovilidad es una transformación estructural hacia un modelo de transporte bajo en emisiones, conectado e inteligente, que impulsa un desarrollo territorial más equilibrado.

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Equipo Prensa
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