Paz Hormazábal, Vicerrectora Universidad de Las Américas, Sede Concepción

Sabemos que hoy, tanto a nivel nacional como internacional, estamos viviendo tiempos de turbulencia, esto se manifiesta de manera particular en niños, adolescentes, jóvenes y también adultos. A pesar de la gran relevancia que tiene en el ciclo vital la sana convivencia, es aún mayor en etapa de formación.  Al parecer la violencia, discriminación, acoso y otras formas de exclusión se han naturalizado en algunos espacios, generando climas que afectan profundamente el bienestar y los procesos de aprendizaje.

En este contexto, el nuevo criterio definido por la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), denominado “Gestión de la convivencia, equidad de género, diversidad e inclusión”, representa un paso fundamental hacia una Educación Superior más comprometida con el desarrollo integral de sus comunidades. Este criterio, N° 7 para el subsistema universitario y N° 9 para el subsistema técnico-profesional, incorpora de manera explícita la necesidad de gestionar la convivencia institucional desde un enfoque de respeto alineado con los desafíos actuales que enfrentan nuestras sociedades.

Este nuevo lineamiento no es solo un imperativo normativo, sino una responsabilidad ética. Las instituciones de Educación Superior debemos procurar ser garantes de entornos seguros, respetuosos y equitativos. La convivencia no se reduce a la ausencia de conflictos, sino que implica la construcción activa de relaciones basadas en la consideración a las diferencias, escucha y corresponsabilidad.

Universidad de Las Américas está avanzando en la implementación de políticas, protocolos y acciones formativas que promuevan una cultura institucional más inclusiva., ya que entendemos que no basta con reaccionar ante situaciones de violencia o discriminación: es necesario formar para la convivencia, en todos los niveles y en todos los espacios, integrando también la educación emocional como parte fundamental del proceso.

En este sentido, resulta esencial reflexionar sobre las causas que están detrás de los fenómenos de convivencia que observamos hoy en día. Diversos estudios han advertido sobre el impacto de la tecnología en la salud mental, destacando especialmente el uso excesivo de pantallas, que puede fomentar el aislamiento social y dificultar el desarrollo de habilidades clave como la autorregulación emocional.

A ello se suma la dificultad de adaptación a un entorno cada vez más dinámico, en el cual los cambios son constantes y profundos. Este contexto exige nuevas herramientas para afrontar los desafíos cotidianos, en particular aquellos vinculados a las relaciones interpersonales y salud mental.

Frente a este escenario, resulta indispensable repensar la forma en que habitamos el mundo. Promover la conexión humana y fortalecer nuestra capacidad de adaptación son elementos fundamentales para construir entornos más saludables, empáticos y resilientes, condiciones esenciales para mantener una salud emocional equilibrada.

Google News Portal Educa
Síguenos en Google Noticias

Equipo Prensa
Portal Educa