José Pedro Hernández Historiador y académico Universidad de Las Américas

Hay mitos que sobrevuelan la historia como los aviones que cruzan el cielo de Rapa Nui rumbo al aeropuerto Mataveri. Uno de los más reiterativos es que esta pista, la más remota del mundo, fue construida para que los transbordadores espaciales de la NASA pudieran aterrizar en caso de emergencia. No faltan los turistas que llegan a la isla comentando este supuesto «dato», y hasta algunos isleños lo cuentan con una sonrisa. Pero la realidad es mucho más terrenal y, a la vez, igual de fascinante.

La historia de Mataveri comienza mucho antes de la era espacial. La idea de una pista en la isla surgió en los años 40, cuando la Fuerza Aérea de Chile soñaba con conectar ese pedazo de tierra en el Pacífico con el continente. En 1951, el Capitán Roberto Parragué Singer y su tripulación, aterrizaban en la isla a bordo de un avión anfibio Catalina 406 de la FACH, tras 19 horas y 22 minutos de vuelo. Era un hito, por fin Rapa Nui no dependería solo del escaso tráfico marítimo, limitado a un buque anual en aquella época.

La pista actual comenzó a construirse en 1965, con la participación de la constructora Longhi y la colaboración técnica de la Fuerza Aérea de los EE.UU. Sí, los estadounidenses estuvieron involucrados, pero en otra época y con otros fines. El 6 de marzo de 1967 se inauguraba oficialmente Mataveri, con un vuelo de la FACh que unía Santiago e Isla de Pascua en menos de 9 horas.

Desde entonces, la pista fue mejorándose. En 1970 aterrizaba por primera vez un Boeing 707 de LAN, consolidando la ruta que más tarde permitiría unir Sudamérica con Tahití. Y sí, en los 80 la pista fue ampliada a 3.300 metros. Pero no porque se esperara un transbordador espacial, sino porque, en caso de emergencia, debía poder aterrizar en ella un avión B-747 que transportara sobre su lomo al transbordador de regreso a EE.UU. El propio transbordador podría haber aterrizado en los 2.600 metros originales.

Por cierto, ningún transbordador espacial aterrizó jamás en Mataveri. Pero gracias a esa ampliación, aviones más grandes comenzaron a llegar, lo que impulsó el turismo en la isla. Hoy, vuelos diarios de cruzan los 3.700 kilómetros que separan Santiago de este rincón del mundo.

Por Mataveri han pasado todo tipo de historias, el arribo de satélites en los 70, la presencia de la NASA con su estación de rastreo, el legendario Concorde de Air France que una vez descendió en su pista, y cientos de vuelos comerciales que, día a día, acercan Rapa Nui al resto del planeta.

Así, entre mito y realidad, Mataveri sigue operando como la pista más aislada del mundo, en una isla llena de misterio, moáis y paisajes que cortan el aliento. Y aunque ningún transbordador espacial haya tocado jamás su asfalto, la historia de esta pista sigue siendo, de todas maneras, de otro mundo.

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