- La posibilidad de que las personas naturales otorguen acceso a un tercero para realizar su declaración de renta representa un avance significativo en la simplificación de trámites tributarios. Para muchos contribuyentes, esta opción se presenta como un alivio frente a la complejidad del proceso, permitiéndoles delegar esta tarea a contadores, asesores tributarios o personas de confianza con mayor conocimiento en la materia. Sin embargo, como toda facilidad, también conlleva un deber de responsabilidad.
La digitalización de los servicios del Servicio de Impuestos Internos (SII) ha permitido que la representación de trámites se realice de manera segura y transparente, minimizando errores y facilitando el cumplimiento de obligaciones tributarias. No obstante, entregar acceso a nuestra información fiscal es una decisión que debe tomarse con cautela. Por lo mismo, es fundamental que el contribuyente mantenga un rol activo en la supervisión de su declaración de renta, verificando que los datos sean correctos y que se estén aplicando fidedignamente las disposiciones tributarias.
Contar con la opción de un mandatario digital no solo optimiza el proceso, sino que también resalta la importancia de la educación tributaria. No se trata solo de delegar, sino de comprender los aspectos básicos de nuestra carga impositiva y las implicancias de la declaración de renta. La confianza en un tercero debe ir acompañada de un conocimiento mínimo que permita evaluar la labor realizada y evitar posibles inconvenientes con el SII en el futuro.
En un mundo donde la tecnología permite agilizar trámites y mejorar la experiencia del usuario, este tipo de herramientas digitales son un paso en la dirección correcta. Sin embargo, la comodidad no debe traducirse en desentenderse del proceso. La responsabilidad sigue siendo del contribuyente, ya que delegar no significa abdicar del deber de estar informado y en control de nuestras obligaciones tributarias.