“Para el estudiante, el trabajar con productos de baja calidad afecta la motivación para aprender. Y también, al comprar productos piratas, se incentiva y financia grupos delictuales que pueden tener además otras actividades antisociales”, enfatiza Guillaume Pothier, Gerente General de la editorial Caligrafix, pionera en Chile en integrar realidad aumentada en su material educativo, que ofrece textos y cuadernos de actividades a precios accesibles así como también material educativo diseñado para apoyar el desarrollo de habilidades clave en los niños totalmente gratuitos.
Con el inicio de la temporada escolar, encontrar los mejores útiles y textos al menor costo se convierte en una prioridad para muchas familias, especialmente en el complejo contexto económico actual. En esta búsqueda, optar por textos piratas puede parecer una solución económica inmediata, pero trae consigo consecuencias negativas tanto para el aprendizaje de los estudiantes como para la industria editorial.
Un ejemplo claro del impacto de este problema lo encontramos en cifras alarmantes. En 2018, la PDI incautó 8 mil libros pirateados, muchos de ellos textos escolares que se comercializaban de manera ilegal. Este problema se ha intensificado con el tiempo; en marzo de 2023 se registró la mayor incautación de libros piratas en la historia de Chile, con 193 mil ejemplares decomisados en la conocida calle San Diego.
Estos materiales, aunque más baratos, suelen presentar serios inconvenientes: errores en los contenidos, páginas incompletas, y baja calidad en la impresión y encuadernación. Todo esto impacta directamente en la experiencia educativa de los estudiantes, limitando su aprendizaje y desarrollo.
Por eso, elegir textos originales no solo garantiza un contenido confiable y de alta calidad, sino que también contribuye a fortalecer la educación, respetar el trabajo editorial y combatir las prácticas ilegales que afectan tanto a la industria como a la sociedad en general.
Guillaume Pothier, Gerente General de Caligrafix Editorial, pionera en Chile en integrar realidad aumentada en su material educativo, explica que “los textos piratas suelen presentar una calidad de fabricación deficiente, lo que afecta su durabilidad y usabilidad. El papel de bajo gramaje se rompe con facilidad, la encuadernación es frágil y las hojas pueden desprenderse rápidamente. Además, es común que estos materiales presenten problemas de descompaginación, lo que dificulta su uso adecuado”.
“A nivel gráfico, la calidad también es baja, ya que estos productos se generan a partir de escaneos o fotocopias en lugar de utilizar los archivos originales de la editorial. Esto provoca imágenes borrosas, sombras o manchas en las páginas. Además, los contenidos pueden estar desactualizados o incompletos”, enfatiza.
En el caso específico de los cuadernos Caligrafix, su valor diferencial radica en las actividades interactivas digitales integradas con PleIQ o SIMA Robot, herramientas clave que enriquecen la experiencia de aprendizaje. Sin embargo, según explica el profesional, “las versiones piratas no permiten acceder a estos recursos, ya que carecen de los códigos de activación necesarios, lo que limita significativamente su funcionalidad y el aprovechamiento educativo del material”.
Pensando en esto es que Caligrafix se caracteriza por ofrecer material educativo al alcance de todos e incluso algunos descargables desde su web que son 100% gratuitos. “Aún así hemos visto en el comercio informal nuestros productos pirateados ¡más caros que los originales, por lo mismo, transparentemos en nuestro sitio los precios para que los compradores tengan una referencia clara y no sean víctimas de estafas”.
Impacto en quienes trabajan en el mundo editorial
A la vez este tipo de prácticas también generan un impacto negativo en la industria editorial. “La creación de textos escolares o cuadernos de actividades requiere mucho trabajo de decenas de personas: autores, editores, ilustradores, revisores, promotores, capacitadores, etc. Los libros piratas constituyen una competencia desleal, dado que quienes los fabrican no tienen que incurrir en estos gastos. Esto desincentiva la inversión en creación de contenido de calidad por parte de las editoriales, y puede impactar en la fuente de trabajo de los profesionales que crean estos contenidos”, explica el experto.
“Además, para el estudiante, el trabajar con productos de baja calidad afecta la motivación para aprender. Y también, al comprar productos piratas, se incentiva y financia grupos delictuales que pueden tener además otras actividades antisociales”, agrega.
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