Claudio Apablaza Vicerrector Sede Santiago Universidad de Las Américas

En Chile, el envejecimiento poblacional es una realidad que plantea desafíos considerables. Para 2050, se proyecta que un tercio de la población chilena tendrá más de 60 años, lo que implica no sólo mayores demandas en salud, sino también la necesidad de políticas y acciones que fomenten la inclusión y la autonomía de las personas mayores. Este fenómeno demográfico obliga a las instituciones a adaptarse y, en este contexto, las universidades tienen un rol crucial, no sólo formando profesionales conscientes de este fenómeno y sus implicancias, o desarrollando investigación en esta línea, sino como agentes de un necesario cambio social.

En Universidad de Las Américas, a través de instancias periódicas y formales de comunicación con nuestros socios comunitarios y aliados estratégicos, hemos podido identificar que uno de los desafíos más evidentes que enfrenta este grupo etáreo es el aislamiento social, un factor que deteriora su salud mental y su calidad de vida en general.

Desde esta perspectiva, la Vinculación con el Medio como función misional universitaria tiene la oportunidad de contribuir en la integración y mejora de la calidad de vida de las comunidades y en este caso particular, de sus personas mayores.

La Escuela del Adulto Mayor consiste en la experiencia de vivir la universidad con capacitaciones, talleres y actividades intergeneracionales que tienen por objetivo recuperar el espacio de aprendizaje, de relacionarse con otros, fortaleciendo su autoestima para un papel más activo en la sociedad.  Un caso muy interesante, es la experiencia que hemos tenido en proyectos concretos, como la capacitación de personas mayores como pacientes estandarizados para simulación clínica, lo que les permite luego insertarse en un entorno laboral, generando, además de un beneficio económico.

Más allá de nuestro proyecto, la inclusión de este grupo etario en actividades desarrolladas en un contexto universitario tiene múltiples y diversos beneficios, como por ejemplo, cognitivos, al mantenerse activos intelectualmente. Asimismo, el simple hecho de volver a formar parte de una comunidad, de compartir con otros en un entorno educativo revitaliza y amplia sus redes de apoyo. Muchas veces, las personas mayores, por diversas circunstancias, ven reducidas sus interacciones, lo que contribuye a un proceso de aislamiento que impacta negativamente en su bienestar desde múltiples puntos de vista. Al participar en cursos, talleres o actividades intergeneracionales, recuperan el espacio de aprendizaje y la posibilidad de relacionarse, generar nuevas amistades y sentir que su voz tiene valor en las conversaciones familiares o debates sociales y académicos.

El paso por la universidad les permite mantenerse conectados con los cambios culturales, tecnológicos y académicos. El impacto de esta reinserción social es profundo, pues hemos comprobado que las personas mayores que participan en estos programas reportan mejoras en su calidad de vida, mayor autoestima y un renovado sentido de propósito.

Nuestra misión es seguir generando espacios donde los adultos mayores se sientan parte activa de la sociedad, fomentando su participación y empoderamiento. Este enfoque enriquece a toda la comunidad universitaria, al promover el entendimiento y la cooperación entre generaciones. Es desde esta perspectiva de inclusión social y académica que esperamos contribuir a una sociedad más equitativa y consciente del valor de todas las personas, sin importar su edad.

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