Por Mauricio Galleguillos, investigador titular de Data Observatory y académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias UAI
La carbono neutralidad es una estrategia para combatir el cambio climático, la cual implica diversos desafíos para ser lograda. Cada 24 de octubre se conmemora el Día Internacional contra el Cambio Climático, y este día es importante destacar que la carbono neutralidad debe ser abordada desde una perspectiva más amplia, que permita pensar en un desarrollo resiliente que apunte a mantener el equilibro natural del ciclo del carbono global, más allá de solo cumplir con los compromisos internacionales que ella implica. En este sentido la contabilidad ambiental es clave y para eso los datos son el primer eslabón sobre el cual se construyen los análisis y las decisiones que de ellos puedan surgir.
Dentro de la cuantificación del carbono, resultan de particular relevancia los bosques nativos de Chile, los cuales pueden capturar y secuestrar grandes cantidades de carbono, lo que repercute en albergar grandes cantidades de este elemento bajo forma de madera en sus troncos, ramas y raíces, además de la enorme cantidad que existe en sus suelos. Esta última proporción es en general mayor que lo contenido en sus componentes aéreos.
El sistema de monitoreo de bosques de Chile, liderado por el Instituto Forestal, sigue los estándares de recolección de datos del IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático), de manera robusta, lo cual nos permite cierta confiabilidad para cumplir con los estándares internacionales. No obstante, todavía existe espacio de mejora, por ejemplo, al incorporar de mejor manera datos de carbono en el suelo o de ecosistemas poco documentados como los bosques antiguos. Para esto se requieren de más datos en estos compartimientos, de manera que puedan ser incorporados en algoritmos de inteligencia artificial que puedan extrapolar estos datos al territorio de manera más eficiente. Este ejercicio de modelación debe ser acompañado de herramientas de análisis geoespacial, considerando productos satelitales y plataformas de cómputo de alto rendimiento.
Otro de los aspectos a considerar, es que los ecosistemas no son estáticos y sus flujos y emisiones de carbono pueden cambiar en el tiempo. Esto no es considerado de manera integral en la contabilidad presente y futura, lo que puede generar problemas en un clima cambiante. Por ejemplo, se ha demostrado que bajo sequías algunos ecosistemas pueden ver afectado su crecimiento y desarrollo, mermando con ello su capacidad de captura y secuestro de carbono. Para sopesar este problema, el uso de herramientas de modelación ecológica puede simular estos escenarios adversos, y prepararnos de mejor manera frente a un futuro incierto.
De todas formas, para implementar cualquier ejercicio de modelación, ya sea presente o futura, basada en inteligencia artificial o en procesos biofísicos puros, contar con datos de calidad y que sean abiertos, son la base para que esto pueda lograrse, por lo que resulta fundamental el trabajo mancomunado entre ciencia y sociedad.