- Los científicos instalan en los establecimientos laboratorios llamados “biofábricas”, que permiten la producción de agentes de control biológico de plagas. Con esta infraestructura, los estudiantes se forman en técnicas sustentables que buscan reducir el impacto ambiental y los riesgos para la salud asociados al uso de agroquímicos.
En la Región de Coquimbo, un innovador proyecto impulsado por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) Intihuasi y financiado por el Gobierno Regional está transformando la forma en que los jóvenes aprenden agricultura: a través de biofábricas escolares donde crían insectos benéficos que reemplazan el uso de plaguicidas químicos.
La iniciativa “Educando a Futuros Técnicos Agrícolas para una Agricultura Sostenible” fortaleció las capacidades de tres liceos agrícolas de La Serena, Canela y Combarbalá, instalando laboratorios que permiten la producción de agentes de control biológico de plagas. Con esta infraestructura, los estudiantes se forman en técnicas sustentables que buscan reducir el impacto ambiental y los riesgos para la salud asociados al uso de agroquímicos.
“Una biofábrica es un laboratorio donde se reproducen insectos o microorganismos que ayudan a mantener el equilibrio ecológico de los cultivos”, explica Alejandro Layana, investigador de INIA Intihuasi y líder del proyecto. Entre las especies criadas se encuentran la Crysoperla defreitasi, que es un depredador de pulgones y arañita roja, ambas plagas de importancia económica de cultivos hortícolas y frutícolas; la especie Trichogramma nerudai, que corresponde a una microavispa que parasita huevos de lepidópteros; y el Tupiocoris cucurbitaceus, un eficaz depredador de mosquita blanca de los invernaderos y huevos de polilla del tomate. Asimismo, se producen las especies Ephestia kuehniella y Sitotroga cerealella, polillas cuyos huevos son utilizados para alimentar a los insectos benéficos.
Para los alumnos, la experiencia ha significado un acercamiento inédito a la ciencia aplicada. “Comenzamos desde cero, aprendiendo cada etapa del proceso, desde los huevos hasta la liberación de los insectos en el campo”, comentan y destacan que ahora pueden distinguir entre especies benéficas y plagas, comprendiendo su rol en la naturaleza.
El proyecto no solo entrega herramientas técnicas, sino que también promueve una mirada más consciente sobre la producción agrícola. “Los insectos cumplen funciones esenciales como la polinización y el control natural de plagas. Los estudiantes ahora entienden su valor y pueden aplicarlo en sistemas agrícolas más sostenibles”, agrega Layana.
En tanto, los docentes valoran el impacto pedagógico de la experiencia. “La biofábrica permite a los jóvenes trabajar en un ambiente científico, con protocolos, higiene y precisión, algo poco común en la enseñanza agrícola tradicional”, comenta Camila Araya, profesora del Liceo de Canela. Rodrigo Órdenes, docente del Valle del Elqui, subraya que contar con esta infraestructura “fortalece la formación de capital humano especializado, escaso en la región”.
Con este proyecto, INIA Intihuasi y el Gobierno Regional de Coquimbo buscan que las nuevas generaciones lideren un cambio hacia una agricultura más limpia, sostenible y basada en el conocimiento, tal como resumen los propios estudiantes “aprendimos que cuidar los cultivos también es cuidar el planeta”.