Esenciales: El valor de quienes forman el futuro
Por Daniela Rebolledo, jefa de Asesoría Pedagógica, Santillana Chile
Cada 16 de octubre celebramos el Día del Profesor y la Profesora. Más allá de los saludos y gestos de gratitud, esta fecha nos invita a mirar con profundidad el sentido de nuestra labor. En un mundo que cambia a una velocidad vertiginosa -social, tecnológica y culturalmente-, enseñar sigue siendo un acto esencial.
Porque no hay innovación posible sin educación, ni futuro posible sin docentes.
Ser profesor hoy implica mucho más que enseñar contenidos. Es acompañar procesos, sostener emociones, despertar curiosidad y guiar a las nuevas generaciones para que aprendan a pensar, a crear y a convivir. En tiempos donde la inteligencia artificial redefine lo que sabemos, los docentes seguimos siendo el puente humano entre la información y la comprensión, entre la tecnología y la ética.
Por eso, somos esenciales cuando transformamos la incertidumbre en aprendizaje, cuando hacemos del aula un espacio de encuentro y esperanza.
Revalorizar la docencia es reconocer su impacto real en la vida de las personas. Supone entregar condiciones dignas, espacios de desarrollo profesional y oportunidades para seguir creciendo. La formación docente, inicial y continua, debe estar al servicio de una educación viva, conectada con la realidad de las aulas y con los desafíos del siglo XXI: El pensamiento crítico, la colaboración, la empatía y la capacidad de aprender toda la vida.
Porque somos esenciales cuando inspiramos, cuando lideramos, cuando nos reinventamos cada día.
Fortalecer la profesión docente es fortalecer el corazón mismo de la educación. Los profesores somos líderes dentro de nuestras comunidades, agentes de cambio y guardianes del sentido en medio de la complejidad.
En tiempos de transformaciones profundas, la educación sigue siendo el espacio donde nacen los futuros posibles. Y en ese espacio, los profesores y profesoras somos, y seguiremos siendo, esenciales.