José Pedro Hernández Historiador y académico Facultad de Educación Universidad de Las Américas
En julio, Chile celebra el Día del Campesino, una fecha que conmemora la vida en el campo, junto con la incansable labor de quienes trabajan la tierra. Esta efeméride no es casual, pues un 28 de julio de 1967, durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, se promulgó la Ley de Reforma Agraria N°16.640. Esta normativa, que reemplazó a la de 1962, marcó un hito en la historia del país, dando pie a un proceso de transformación profunda en el mundo rural.
Antes de 1960, nuestra nación se caracterizaba por el predominio del latifundio, grandes extensiones de tierra en manos de unos pocos. Los campesinos trabajaban estas tierras a cambio de vivienda, alimento y un magro salario, sin ninguna protección legal. La migración campo-ciudad, sumada a la falta de inversión, llevaron al campo chileno a una profunda crisis, incluso a la importación de alimentos.
Influenciados por movimientos sociales en América Central y con el apoyo de Estados Unidos y la Iglesia Católica, se promulgó la primera Ley de Reforma Agraria en 1962 durante el gobierno de Jorge Alessandri. Esta permitió redistribuir tierras estatales entre campesinos y organizar instituciones para llevar a cabo la reforma.
Con la llegada de Eduardo Frei Montalva a la presidencia, la trasformación agraria se profundizó. Se buscó no solo la redistribución de la tierra, sino también la sindicalización campesina. Se promulgó la Ley N°16.640 y la N°16.625, que permitieron expropiar 1.400 predios agrícolas, 3,5 millones de hectáreas y organizar más de 400 sindicatos con más de 100 mil campesinos.
Salvador Allende continuó la reforma agraria, expropiando latifundios y traspasándolos a la administración estatal, cooperativas agrícolas o asentamientos campesinos. Se confiscaron 4.400 predios agrícolas, que sumaban más de 6,4 millones de hectáreas. El viejo orden latifundista había llegado a su fin.
La Reforma Agraria significó una profunda transformación para nuestro escenario rural. Se estableció una forma de explotación de la tierra de manera eficiente y moderna, sentando las bases para el desarrollo del sector agrícola.
En este día es importante recordar que los campesinos con su trabajo y esfuerzo son un pilar fundamental para el desarrollo del país. Su labor no solo alimenta a la población, sino que también preserva las tradiciones y cultura del campo chileno. Por lo mismo, es fundamental seguir trabajando para mejorar sus condiciones de vida y garantizar su acceso a la tierra, tecnología y educación, con el objetivo de que puedan seguir siendo protagonistas del desarrollo rural en Chile.
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