Por Merly Blanco, Business Development Manager de Laboratoria
En los últimos años, las disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) han estado mayormente dominadas por hombres, lo cual ha generado un desequilibrio de género que no sólo afecta a las mujeres, sino que a toda la industria tech. Según el Massachussets Institute of Technology (MIT), dicha disparidad conduce a la falta de diversidad e inclusión, situación que limita el potencial de la industria STEM para generar soluciones 6 crear productos ante los riesgos económicos, ambientales, geopolíticos, sociales y tecnológicos que enfrenta el mundo actual.
A menos que se apliquen medidas que equilibren la balanza, la brecha de género se profundizará en detrimento de la innovación. En este Día de la Educación Técnico-Profesional, queremos destacar su rol como una vía prometedora para abordar esta problemática, debido a que permite capacitar a mujeres en habilidades prácticas y conocimientos directamente aplicables al entorno laboral, en un plazo de tiempo que se adapta a las urgentes necesidades globales.
Es importante recalcar que la educación técnico profesional ofrece programas específicos y breves, lo que reduce el costo que estos tienen en comparación con la educación profesional. Esto, puede ser un gran incentivo para mejorar el porcentaje de mujeres que eligen cursar estas carreras, ya que en Chile, según la Radiografía de Género en Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, sólo 7 de cada 100 mujeres se titularon del área STEM, la cifra más baja entre los países OCDE.
Estos programas educativos también son efectivos para aumentar la empleabilidad, ya que suelen estar bastante enfocados en proyectos y, algunas veces, establecen vínculos con las industrias, lo que permite el acceso a pasantías, prácticas y colaboraciones con empresas tecnológicas y científicas. Esta interacción directa con profesionales del campo facilita el acceso a redes de contactos y oportunidades laborales tangibles, enriqueciendo la experiencia educativa. Lo anterior genera un círculo virtuoso de inclusión, ya que las mujeres trabajando en STEM se convierten en un referente para futuras generaciones, inspirando a las más jóvenes a seguir carreras en campos tecnológicos y científicos.
Por último, promover la educación técnico-profesional de mujeres en STEM no sólo es una solución ante la necesidad de potencial innovador, talento y creatividad: es importante para la disminución de la brecha de género que ha persistido a lo largo de la historia. Las mujeres tienen derecho a acceder a esta industria, desarrollar sus capacidades y contribuir plenamente al avance científico, tecnológico y de la sociedad en general.
Equipo Prensa
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