Este 2025, Cpech cumple 40 años de historia acompañando a miles de jóvenes en un momento decisivo de sus vidas: la preparación para ingresar a la educación superior. Cuatro décadas que reflejan no solo la trayectoria de una institución educativa, sino también los profundos cambios que ha experimentado el aprendizaje en Chile.
Cuando el preuniversitario inició sus clases en 1985, el acceso a la universidad era un privilegio limitado a unos pocos. El país recién comenzaba a masificar la educación media y los preuniversitarios eran espacios emergentes donde jóvenes, cargados de sueños y con mucho esfuerzo, buscaban nivelar las oportunidades. Desde entonces, el sistema educacional chileno ha vivido una transformación radical, que ha implicado más cobertura, más diversidad, más inclusión, así como también nuevos desafíos en equidad, calidad y orientación vocacional.
En ese camino, Cpech ha sido testigo y protagonista. Nació con el propósito de entregar herramientas concretas para el éxito académico y con el tiempo ha evolucionado hacia un modelo de aprendizaje integral, centrado en el desarrollo de habilidades más que en la simple memorización de contenidos. La preparación para la PAES hoy no se trata solo de responder preguntas correctamente, sino de comprender, razonar y aplicar el conocimiento a la realidad.
Como en todos los ámbitos de la vida, en educación los estudiantes, las metodologías y, como no, las tecnologías han cambiado profundamente en estos 40 años. Pasamos de las pizarras de tiza a las pantallas digitales, de los ensayos en papel a las evaluaciones en línea, y de las clases 100% presenciales a entornos híbridos donde cada estudiante puede avanzar a su propio ritmo. Sin embargo, hay algo que se ha mantenido imperturbable en el tiempo: la convicción de que la educación es la mejor herramienta de movilidad social y realización personal.
El aprendizaje actual exige algo más que preparación académica, requiere acompañamiento, contención emocional y orientación vocacional. En Cpech hemos comprobado que detrás de cada estudiante hay una historia, una motivación y un entorno que influyen directamente en su rendimiento.
Hoy, en un mundo donde la inteligencia artificial, la automatización y los cambios del mercado laboral están transformando las profesiones del futuro, preparar a un estudiante para ingresar a la universidad significa también entregarle las herramientas para adaptarse, pensar críticamente y aprender a aprender. Ese ha sido el verdadero sentido de estos 40 años: no solo formar estudiantes que ingresan a la universidad, sino personas que se puedan transformar a sí mismas a través del conocimiento.